jueves, 31 de mayo de 2012

Los Curetes, protectores de Júpiter


Rubens: Opis con dos niños

Después de que Opis hubo dado a luz a Júpiter, hijo de Saturno, Juno le pidió que se lo diera a ella, ya que Saturno había arrojado a Orco bajo el Tártaro y a Neptuno bajo el mar, porque sabía que su hijo le robaría el reino. Cuando él había pedido a Opis lo que había dado a luz para devorarlo, Opis le mostró una piedra envuelta en pañales como un bebé; Saturno la devoró. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, empezó a buscar a Júpiter por toda la Tierra. Juno, sin embargo, se llevó a Júpiter a la isla de Creta y Amaltea, la nodriza del niño, le colgó de un árbol en una cuna para que no pudiese ser encontrado ni en el cielo ni en la tierra ni en el mar. Y para que no se oyesen los gritos del bebé, llamó a unos jóvenes y les dio pequeños escudos de bronce y espadas, y les ordenó que rodeasen el árbol haciendo ruido. En griego a estos se les llama Curetes; otros les llaman Coribantes; sin embargo en Italia se les llama Lares.

Higino. Fábulas, 139.

miércoles, 30 de mayo de 2012

Los Curetes frigios

 Rhea y los Curetes con el niño Zeus (grabado del siglo XVIII)

Un batallón armado, que los griegos
Llaman Curetas frigios, retozando
Con pesadas cadenas se sacuden:
Y bailan al compás, y alegres miran
La sangre que les corre, y agitando
Con furor los terríficos penachos
De sus cabezas, traen a la memoria                          
Los Curetas dicteos, que ocultaron
En Creta aquel vagido, según dicen,
De Jove un tiempo, mientras que giraban
En leve danza, armados los infantes
En torno al niño, y a compás herían
El bronce estrepitoso por el miedo
De que Saturno no le devorase
Con su diente cruel, y eternamente
Hiriese el tierno pecho de la madre:
Por eso la acompaña gente armada;                           
Cual si quisiera predicar la Diosa (Rhea o Cibeles)
Que con las armas y el valor defiendan
Los hombres a su patria, y sean a un tiempo
El amparo y la gloria de sus padres.

Lucrecio. De la naturaleza de las cosas, II, 633 y siguientes.
Traducción en verso de José Marchena (1768-1821).

viernes, 25 de mayo de 2012

Zeus sucede a Cronos

Zeus con el águila y el rayo (cerámica) (Museo del Louvre)

Cuando Rhea ya estaba a punto de dar a luz a Zeus, padre de dioses y hombres, entonces suplicó enseguida a sus padres, los de ella, Gea y el estrellado Urano, que le ayudaran a urdir un plan para tener ocultamente el parto de su hijo y vengar las Erinias de su padre y de los hijos que se tragó el poderoso Cronos de mente retorcida. Aquéllos escucharon atentamente a su hija y la obedecieron; la pusieron ambos al corriente de cuanto estaba decretado que ocurriera respecto al rey Cronos y a su intrépido hijo, y la enviaron a Licto, a un rico pueblo de Creta, cuando ya estaba a punto de parir al más joven de sus hijos, el poderoso Zeus. A éste le recogió la monstruosa Gea para criarlo y cuidarlo en la espaciosa Creta. Allí se dirigió, llevándole, al amparo de la rápida negra noche, en primer lugar, a Licto. Le cogió en sus brazos y le ocultó en una profunda gruta, bajo las entrañas de la divina tierra, en el monte Egeo de densa arboleda. Y envolviendo en pañales una enorme piedra, la puso en manos del gran soberano Uránida, rey de los primeros dioses. Aquél la agarró entonces con sus manos y la introdujo en su estómago, ¡desgraciado! No advirtió en su corazón que, a cambio de la piedra, se le quedaba para el futuro su invencible e imperturbable hijo, que pronto, venciéndole con su fuerza y sus propias manos, iba a privarle de su dignidad y a reinar entre los Inmortales. Rápidamente crecieron luego el vigor y los hermosos miembros del soberano. Y al cabo de un año echó fuera de nuevo su prole el poderoso Cronos de mente retorcida, engañado por las hábiles indicaciones de Gea, vencido por la fuerza y habilidad de su hijo. Primero vomitó la piedra, última cosa que se tragó; y Zeus la clavó sobre la anchurosa tierra, en la sacratísima Pito, en los valles del pie del Parnaso, monumento para la posteridad, maravilla para los hombres mortales. Libró a sus tíos paternos de sus dolorosas cadenas, a los Uránidas Brontes, Estéropes y el vigoroso Arges, a los que insensatamente encadenó su padre Cronos; aquéllos le guardaron gratitud por sus beneficios y le regalaron el trueno, el llameante rayo y el relámpago; antes los tenía ocultos la enorme Gea, y con ellos seguro gobierna a mortales e inmortales.

Hesíodo. Teogonía, 470-505.